Estamos cerrando el año litúrgico y nos disponemos a iniciar, a finales de este mes, el tiempo de Adviento. Una época interesante para volver la mirada hacia el interior y sumergirnos en "lo profundo" de nuestra humanidad como la mejor forma de encontrarnos con la divinidad que viene a nuestra existencia.
La obra de Raúl Berzosa, "Donde el Viento y el Espíritu hablan" es una deliciosa invitación a iniciar este viaje hasta lo profundo. Un acercamiento fácil de leer, ágil y sugerente a las claves de nuestra fe cristiana y nuestra relación con Dios. Es una invitación a volver al desierto para encontrar allí caminos para El que viene.
"Ahora afirmo como el gran profeta, como el Hijo del Viento: en nuestra sociedad hay dos vidas. Una, la de las formas gastadas en las que están los símbolos adulterados, los ritos sin sentido, los uniformes inflados, las medallas sin leyenda, los cuentos gastados, los hombres huecos que solo pretenden vivir al día. Y una segunda, la de quienes, insatisfechos, quieren renacer de nuevo. para estos, la Buena Nueva de la Luz y el Hijo del Viento no son mera retórica, sino la fuerza de renovación de sus existencias. Pra llegar a entender esto, para ganar la Luz, hay que salvar al rico de la dictadura de su riqueza y al pobre la tiranía de su pobreza. Hay que salvar al rico y al pobre para que nazca el hombre.
El hombre es lo que importa. Desnudo, auténtico, imagen de la Luz primordial, voz del Viento. El hombre, en el desierto, frente al misterio, con su drama a cuestas, con su única y verdadera tragedia: "¿Quién soy yo?". Y nadie, salvo el Viento y el Hijo del Viento, es capaz de responder".
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